Uno de los principios de la mediación, junto con
la confidencialidad y la imparcialidad, es la voluntariedad. Participar en una
mediación solo es posible si se hace de forma voluntaria. Pero, ¿qué significa
querer participar en una mediación? ¿como se manifiesta esta voluntariedad?.
A menudo oímos hablar de la voluntariedad como un
requisito de todo o nada: O hay voluntariedad o no la hay. Cuando no hay
voluntariedad, el usuario queda excluído directamente del proceso. Pero, ¿cómo
acceden los usuarios a esta voluntariedad? ¿Qué les lleva a querer participar
en una mediación? Esto es algo que todos los mediadores exploramos en las
primeras sesiones. Por lo tanto parece lógico también explorar por qué otros
usuarios no quieren. Por supuesto que "no querer" es tan legítimo
como querer. Y por lo tanto no me refiero a cuestionar a las personas que no
tienen voluntariedad como si su opción fuera menos legítima que las que quieren
participar. Es evidente que como mediadores necesitamos a personas que quieran
mediar para desarrollar nuestro trabajo y, por otro lado, sabemos que gestionar
los conflictos por esta vía aporta muchas ventajas respecto a hacerlo por métodos
adversariales. No obstante, si las personas han sido convenientemente
informadas, hemos conocido los motivos que les llevan a no querer participar de
la mediación y han decidido que desean usar otras vías, el mediador solo puede
ponerse a disposición de esas personas por si más adelante vuelven a reconsiderar
su posición.
Volvamos a cuando "sí quieren". La
siguiente pregunta es: ¿qué quieren?. Porque participar de una mediación
implica muchas cosas. Bajo la etiqueta "participar" podemos englobar
diferentes acciones y posiciones que requieren de ciertas capacidades y una
reafirmación constante en esa postura de voluntariedad:
- Solicitar la mediación o aceptarla
- Asistir a las entrevistas
- Responder a las preguntas de los mediadores y
dejarse conducir
- Reconocer que se es parte de un conflicto y que
se ha contribuído a su escalada
- Estar dispuesto a cambiar la forma de ver la
situación y como afrontar el conflicto
- Aceptar que el otro tiene una visión legítima
de la situación
- Aceptar reunirse con el otro
- Aceptar explicarle al otro su visión de la
situación y escuchar la visión del otro
- Tener una actitud cooperativa y proactiva
- ...
Podríamos seguir enumerando muchos más aspectos
que requieren de un ejercicio continuo de voluntariedad por parte de los
usuarios. No siempre las personas que llegan a mediación se sienten dispuestas
o preparadas para aceptar todo lo que conlleva. Quizás, en un primer momento,
solo pueden aceptar entrevistarse con el mediador, pero no se ven reuniéndose
con la otra parte. No queramos correr. La
voluntariedad tambíen es un proceso. Valoremos en qué punto está cada
participante, qué resistencias puede expresar respecto a participar en cada uno
de los aspectos, si la falta de voluntariedad es o no informada y por tanto más
o menos legítima, diseñemos estrategias para "promover la voluntariedad"
si hay resistencias que nos parecen salvables,...
Finalmente (y quizás no al principio), cuando las
partes dicen "sí, quiero!", entonces podemos poner en juego el valor
dicotómico y contundente de la voluntariedad. "Quieres?!, porque podrías
no querer..." y un poco más tarde "Me ha dicho que quiere hablar
contigo... ¿qué opinas? ¿qué vas a hacer?" y también "Lo hace de
forma voluntaria!". Cuando se da, cuando ambas partes tienen
voluntariedad, recordar este aspecto es el mejor reencuadre a la mediación. Y
se puede ir usando durante el proceso. Ya sea en el discurso inaugural
("podíais no haber venido pero estáis aquí y podeis marcharos cuando
queráis"), en un momento de crisis ("estais aquí porque quereis
solucionarlo...") o para reafirmar el acuerdo ("se ha alcanzado por
el esfuerzo y la implicación de todos vosotros")
En el próximo post me ocuparé de las resistencias
que pueden presentarse respecto a la voluntariedad y qué estrategias podemos
desplegar para impulsarla.