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martes, 22 de agosto de 2017

¿Y ahora qué? Algunas preguntas y reflexiones después de los ATENTADOS de Barcelona y Cambrils





Aún con las emociones confusas, tratando de digerir lo que nos has pasado, esta vez, cerca de casa. En una combinación de tristeza, rabia, dolor e incredulidad, trato de poner orden a algunas preguntas y reflexiones que ya hace tiempo que vamos trabajando en ámbitos de mediación comunitaria. 

Para empezar las preguntas: ¿Qué ha pasado? ¿Cómo se radicalizaron estos jóvenes de Ripoll que a ojos de sus familias y educadores parecían incluidos? ¿Qué factores de vulnerabilidad detectaron las personas que los captaron y los radicalizaron? ¿Qué ofrece la violencia a estos jóvenes que tanto les atrae hasta el punto de estar dispuestos a perder la vida matando? ¿Qué más se podría haber hecho? ¿Qué podemos hacer para que no vuelva a ocurrir?




Estos días muchos musulmanes se manifiestan para rechazar la violencia. Ayer mismo pude acompañar a un buen grupo que se manifestaron en el centro de Barcelona al grito de "Somos musulmanes, no terroristas" y "Todos somos Barcelona" https://elpais.com/ccaa/2017/08/21/catalunya/1503345717_132178.html
Nuestros vecinos musulmanes sienten la necesidad de desmarcarse de la violencia. Muchos los miran como culpables de lo que ocurre, corren rumores sobre su falta de integración, sobre su supuesta ventaja para acceder a ayudas sociales,... Son doblemente víctimas: de la violencia que actua indiscriminadamente y del estigma de la islamofobia. Debemos acompañarlos y solidarizarnos en esta situación, como ellos lo hacen con el resto de la sociedad. Debemos construir un "nosotros", decir que todos hemos sido víctimas de un ataque que busca dividirnos y quebrantar la convivencia. Pero también debemos exigirles que sigan avanzando en algunos aspectos: que impulsen la modernización del islam, que hagan predominar la visión abierta y tolerante de esta religión, que participen de los espacios interreligiosos y comunitarios, que militen en la política, que se hagan policías, enfermeros,...

La exigencia debe ser mayor hacia las instituciones: hacia los gobiernos (estatal, autonómicos y locales). Algo debemos hacer para mejorar la situación del islam y de los musulmanes en nuestra sociedad. Me preocupa ver la situación de los oratorios, muchos de ellos ubicados en garajes en bajos de edificios, en carpas, en zonas industriales, en situaciones de precariedad extrema. ¿Cómo legitimar una religión y a sus seguidores en esas condiciones? ¿Cómo no transmitir, con esas condiciones, a las nuevas generaciones de musulmanes que son ciudadanos de segunda?. Institucionalicemos el Islam. Con el Islam estamos actuando como si fuera una realidad transitoria, como si con el tiempo la sociedad se fuera convirtiendo cada vez en más laica, y el islam fuera una anomalía con tendencia a desaparecer. Lejos de esto, necesitamos instrumentos para institucionalizar el islam. Algunos aspectos en los que deberíamos incidir son: Regular el acceso a la figura de imam a partir de unos requisitos formativos y de trayectoria personal, institucionalizar las escuelas coránicas en las que participan muchos niños y jóvenes como actividad extraescolar, incorporar las clases de religión islámica a las aulas (¿cómo es posible que en las escuelas e institutos de Catalunya no haya ningún profesor de religión islámica, como recoge la Constitución y los acuerdos firmados en 1992? https://www.elconfidencial.com/sociedad/2016-05-21/musulmanes-apoyo-ccaa-religion-islamica-colegios_1204055/). Mientras que los musulmanes no dispongan de instalaciones dignas para el rezo y para sus clases de forma autónoma, deberíamos poder facilitarles esos espacios, en parroquias, en centros cívicos,... sería una forma de acercar el islam a las instituciones y a la inversa. 

Son días en que nos felicitamos por la labor de la policía. Sin duda han hecho un excelente trabajo y todos sentimos que, a pesar de lo ocurrido, nos han protegido. Trabajo con compañeros policías cuya labor es de una gran profesionalidad y cuyas prácticas son exquisitamente democráticas. Pero no debemos ocultar una realidad que debe cambiar: la tendencia policial a pedir identificaciones en función de ciertos perfiles étnicos (https://sosracismo.eu/tedh-perfil-etnico/). Hasta hoy, con 40 años, nunca me pidió la policía mi identificación. Algunos chicos de padres marroquís o dominicanos me comentan que algunas semanas les han pedido identificarse hasta tres veces. Esto no contribuye a sentirse parte de la sociedad. Joven e inmigrante siguen siendo dos conceptos que asociamos de forma estigmatizadora a conflicto. 

Y ¿qué podemos hacer nosotros, mediadores comunitarios? Somos, quizás, una de las figuras profesionales con más herramientas para contrarrestar las amenazas a la convivencia. Uno de nuestros encargos es el de acercar a los diferentes colectivos, no solo de forma reactiva (cuando los conflictos derivan en consecuencias negativas) sino también de forma preventiva. Debemos impulsar espacios de encuentro intercultural, fomentar el diálogo interreligioso, acercar a personas de los barrios que por propia iniciativa difícilmente interactuarían. Impulsar esos "diálogos improbables" de los que nos habla Carlos Giménez. Podemos conducir talleres de comunicación y prevención de conflictos con familias, y ahora de forma prioritaria con familias musulmanas. Podemos, como ya estamos haciendo, impulsar Planes municipales de Prevención de la radicalización violenta en aquellos municipos en los que trabajamos (http://elfar.cat/not/15522/pla-de-prevencio-de-la-radicalitzacio-i-dels-extremismes)

Pero la conviencia es un desafío para cada uno. Cada ciudadano puede ir al encuentro de sus vecinos para tender puentes, para generar ese "nosotros", que unos pocos quieren destruir con la violencia. Son días de pequeños gestos, de preguntar a nuestros vecinos musulmanes cómo están, de hacerles ver que vamos a la una, que no los señalamos como culpables, si no que nos reconocemos mutuamente en el dolor. Todos hemos visto en nuestros facebooks, twiters, wasaps... señales de islamofobia, también de catalanofobia... Sepamos utilizar las herramientas de la comunicación no violenta para transmitir como nos sentimos en estas situaciones y contrarrestar a aquellas personas de nuestro entorno que tienen menos recursos o que se han dejado dominar por la rabia y el miedo. 

Mucho por hacer..., que la indignación de estos días se canalice en proyectos y estrategias personales y comunitarias.