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jueves, 14 de diciembre de 2017

MEDIACIÓN POLICIAL o POLICÍA MEDIADORA

Abordo en este post un debate recurrente sobre el cuál me siento interpelado de forma frecuente. Por mi experiencia en L'Hospitalet comparto Departamento y retos con compañeros policías. Por otro lado, en los últimos años he formado, y continuo formando, a policías locales de diferentes municipios en habilidades mediadoras. El año pasado, incluso, me invitaron a la Academia Gallega de Policía para hablar sobre "Mediación Policial"...



Los policías tienen entre sus funciones "la cooperación a la resolución amistosa de los conflictos privados cuando sean requeridos para ello" (Ley 2/86, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad). Se suman en este encargo social a otros profesionales: abogados, trabajadores sociales, mediadores,... Por otro lado, y por encargo constitucional (art. 139), la policía tiene como función garantizar la seguridad pública. Esto implica el uso legítimo de la fuerza para evitar que los conflictos escalen hasta un punto de no retorno. Como siempre comento en mis formaciones, el modelo de escalada de conflictos sitúa el punto final en la desaparición de una de las partes. Esta desaparición en ocasiones puede ser literal y cruenta (por suerte, las menos), la mayoría de veces es más sutil (compañeros de trabajo que cambian de departamento, vecinos que se mudan, parejas que nos dan la razón,...). Para no llegar al punto de la desaparición cruenta, los ciudadanos llaman a la policía buscando que se interpongan entre ellos y sus adversarios. Esta intervención de intermediación en momentos de escalada del conflicto es exclusiva de la policía. Y es uno de los aportes más importantes para garantizar la seguridad pública. Los ciudadanos confiamos en la policía en situaciones en que pensamos que ya no podemos manejar la comunicación con el "otro" y pensamos que, si continua esa comunicación, corre peligro nuestra integridad (o la del otro). En esos momentos la policía adquiere una legitimidad que emana, no solo de su propio encargo constitucional, sino del reconocimiento que les otorgamos como ciudadanos "en peligro". 

Mientras que la legitimidad de la intervención policial en momentos en que la seguridad está comprometida es incuestionable, ésta no es tan evidente en aquellas situaciones en las que los conflictos son más bien problemas de convivencia. ¿Qué ocurre en la relación entre vecinos cuando llamamos a la policía para que los reprenda por hacer mucho ruido en un horario que no sea especialmente protegido? ¿Y si esos ruidos se debieran a la vida cotidiana (juegos de niños, arrastre de muebles, TV alta,...)? Los mismos policías reconocen que, a menudo, su intervención, una vez contenida la escalada, lejos de solucionar los conflictos, los pueden agravar. Y que, a veces, son requeridos por la población como una especie de "agresión sutil" hacia el adversario ("si no haces lo que quiero, llamo a la policía").

Esta reflexión y otras de índole estratégico han hecho que los cuerpos policiales se hayan ido modernizando. Ya desde hace décadas, se han ido incorporando nuevos dispositivos policiales para subrayar un enfoque preventivo de la gestión de los conflictos. Vemos como se implementan programas de "agentes-tutores" que se vinculan a los centros educativos, "policías de proximidad" conocen en profundidad y generan vínculos con el territorio para detectar las situaciones de peligro de forma precoz, se especializan algunos policías en la mediación para la gestión estratégica de conflictos,...

En L'Hospitalet desde el 2001 existe una "policía mediadora" que, desde la creación del Servicio de Mediación Comunitaria en el 2006, cambió su nombre por "Unidad de Tratamiento del Conflicto". Estos compañeros son especialistas en intervenir en aquellos conflictos, vinculados a aspectos de seguridad (amenazas, insultos, ocupaciones ilegales,...) que ya no están en escalada pero necesitan un abordaje posterior, planificado y especializado. Son policías que visten de paisano y que trabajan entrevistando a cada una de las partes en sus domicilios con técnicas similares a las de mediación. En municipios como Girona, Reus o Mollet del Vallés los policías locales hacen la mediación comunitaria en dependencias policiales y vestidos de uniforme. Los Mossos d'Esquadra disponen desde hace años de un cuerpo de mediación policial con el que tratan de reconducir situaciones de tensión que se puedan dar como consecuencia de manifestaciones y movimientos sociales. En Galicia hace ya años que la Academia Galega de Seguridad Pública forma en mediación a las tres policías que operan en su territorio con el proyecto de habilitarlos como mediadores. En Vilarreal (Castellón) se han organizados ya dos Congresos Iberoamericanos de Mediación Policial y en el 2015 se creó un Cátedra del mismo tema,...

Mientras tanto, y desde hace ya más de una década, cada vez aparecen más Servicios de Mediación Comunitaria, y los "mediadores civiles" convivimos con la policía en los territorios en los que trabajamos. 

Y aparece entonces el debate sobre qué ventajas aporta a la mediación que sea llevada a cabo por policías y qué inconvenientes plantea. Éste es un tema sensible ya que la mediación como profesión es aún muy frágil, mientras que la policía, convendremos, es una figura profesional claramente consolidada. Sin embargo, la fragilidad de nuestra profesión, no puede llevarnos a obviar el debate. 

En primer lugar creo que es una gran noticia que la policía cada vez se interese más por los instrumentos propios de la mediación. Es un claro síntoma de madurez social y de democratización de nuestras policías. Los agentes son expertos en conflictos. Su trabajo consiste en contenerlos y gestionarlos. Cuántas más herramientas tengan para analizarlos y poderlos gestionar de forma estratégica mucho mejores serán los agentes. Pero, para entrar en el debate, pienso que se debe poner el foco en la percepción que tienen los ciudadanos, en la expectativa que se genera hacia la figura del mediador. Y cómo esa expectativa puede quedar condicionada por el hecho de que la mediación la lleva a cabo un policía-mediador o un mediador-nopolícia. Siempre hemos señalado que el poder del mediador es su "no-poder". Esta ausencia de poder del mediador se concreta en la imposibilidad de conducir la mediación hacia ciertos temas o condicionar los posibles acuerdos, y hace que todo el poder se traslade a las partes. El empoderamiento es uno de los aspectos fundamentales para impulsar en los participantes, ya que les hace salir de su estado de ensimismamiento y debilidad, y las capacita para poder escuchar y reconocer al otro. Este no-poder entra en contradicción de forma evidente con la figura policial. ¿Cómo se puede desposeer al policía de su poder? Incluso tratándose de aspectos que no afectan a la seguridad, ¿cómo puede un policía quedar al margen de un problema en el que se ha implicado si una de las partes no pone de su parte? Conocemos la tendencia de los participantes a tratar de "colonizar" al mediador, a tratar de obtener "toda la razón" en detrimento de las razones de la otra parte. En otras ocasiones pueden reconocer que se han equivocado, que han podido insultar o sobrepasarse, incluso que han incumplido alguna normativa,... ¿Cómo hacer eso en presencia de un policía?. Y luego hablemos de confidencialidad. Un día dedicaré un post a este tema. La confidencialidad en mediación afecta a lo que se transmite entre las partes. Pero también, en menor medida, debemos cuidar aquella información que pudiera perjudicar a los participantes si trasciende al ámbito público. Dudo que si la mediación es conducida por policías puedan los participantes expresar cosas que aparecen si los que median no lo son. Pero soy consciente que me muevo en arenas movedizas y me emplazo a un futuro post.

En conclusión: mi opinión es absolutamente favorable y convencida a la policía mediadora, entendiendo la mediación como una herramienta más que el policía puede usar en alguna de las fases de su intervención, y que puede ser abandonada por una labor más coercitiva si las circunstancias lo requieren. Sin embargo la mediación policial me genera varios interrogantes. Como dijo mi admirado Ramón Alzate ¿es un oxímoron?. Ciertamente genera contradicciones conceptuales profundas. Pero mi opinión no está cerrada, es un debate abierto del cuál quiero seguir participando.

Mientras tanto expongo el modelo de L'Hospitalet como un esquema de éxito. El trabajo coordinado de policías mediadores y de mediadores comunitarios nos ha permitido complementar nuestro trabajo y poder reconducir a la mediación un gran número de conflictos que antes quedaban desatendidos. A veces la policía ayuda a impulsar la voluntariedad generando confianza hacia el proceso de mediación y los mediadores, y en otras ocasiones, si la mediación no avanza y se produce una situación de vulneración de derechos en los ciudadanos, somos los mediadores quienes aprovechamos los vínculos generados para que las personas se acerquen a una policía cercana y amable. Diferentes roles puestos al servicio de la mejora de la convivencia.

Que siga el debate !