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martes, 27 de diciembre de 2016

UN AÑO EN LA MEDIACIÓN

Llegó la Navidad y el final de año y es tiempo de balances y propósitos. Por eso me ha apetecido hacer un pequeño repaso de lo que ha dado de sí este año. Cuántos retos, cuántos momentos inolvidables y cuántos aprendizajes...



Ha sido ante todo un año de seguir aprendiendo. Cuánto por aprender en esto de la mediación. Me gusta pensar que a nuestra generación - de los primeros que hemos recuperado este instrumento - nos toca equivocarnos y aprender. Otro día entraremos en algo que siempre me da vueltas: ¿venimos los mediadores del futuro o del pasado?, pero eso será en un futuro post. En fin, que ha sido un año de aprendizajes. Por ejemplo, en el mes de marzo, pude disfrutar de un taller con Joseph Folger en Madrid. Fue un auténtico placer disfrutar de las enseñanzas del autor más importante de la teoría transformativa, sobretodo sus ideas respecto a impulsar la transformación de las personas en el contexto de la mediación y como no quitarles soberanía. Me sorprendieron y a la vez me iluminaron, sus críticas hacia la técnica de la reformulación, y cómo, en cambio, plantea la técnica del espejo.


También he tenido ocasión de realizar alguna formación en nuevas herramientas como son las prácticas restaurativas. El enfoque restaurativo nos permite ampliar el espectro de problemas que atender. La mediación, tal y como la entendemos, no se puede aplicar a todas las situaciones de conflicto. Las prácticas restaurativas ofrecen un abanico de posibilidades que van desde la escucha activa, las frases afectivas, las conversaciones informales, a los círculos de diálogo y los círculos restaurativos. El aprendizaje de estas prácticas por parte del equipo nos va a permitir atender algunas situaciones que hasta ahora no contemplábamos: situaciones de acoso escolar, aulas de primaria y secundaria con mal clima,...

En el mes de febrero se celebró la Jornada por el X aniversario del Servicio de Mediación del Ayto. de L'Hospitalet. Ha sido, y creo que será por mucho tiempo, un hito en mi relación con la mediación. Y, entre otras cosas, fue el empujón a la idea de crear este blog. El primer post del blog recoge todo lo que pasó ese fantástico día.

La obra de teatro "La mirada del otro" me ha acompañado también de forma intensa este año. Puso el broche de oro a la Jornada del X aniversario y también he puesto mi granito de arena para que volvieran dos veces más a Cataluña. En Diciembre disfrutamos de un fantástico café-tertulia para mediadores después de la función y la compañía "Proyecto 43-2" colgó el cartel de completo en el teatro Tantarantana. Aquellos que aún no la habéis visto, es imprescindible. Hace vivir ese componente emocional que tiene el encuentro y la conexión entre personas en el ámbito de la mediación. Como dijo una compañera (Anita de mediación penal) "en vez de explicar mi profesión, ya sólo tengo que regalar una entrada". Y se ha consolidado mi amistad con Maria San Miguel, la directora de la compañía,  de la que admiro su valentía y su talento.


Pero esta no ha sido la única experiencia de relación entre teatro y mediación. En mayo fui invitado al estreno de "En veu baixa" al Teatre Lliure. Ferrán Madico, su director, me pidió colaborar con él leyendo juntos el texto y aportando mis impresiones desde la mediación a un texto que refleja el encuentro entre un terrorista unionista del Ulster y el hijo de una de sus víctimas. Toda una oportunidad para descubrir como se gesta y se construye una función desde las primeras lecturas del texto. 


Más aprendizajes, en este caso internacionales, gracias a la participación del Servicio de Mediación en el proyecto europeo LIAISE (Instituciones locales contra el extremismo violento) del EFUS (Foro europeo para la seguridad urbana). Esta colaboración me ha permitido visitar Bruselas y Malmö (Suecia) para conocer el trabajo que se lleva a cabo en estas ciudades para la prevención de la radicalización violenta y de paso sus propios servicios de gestión de conflictos.

Este año he participado en un buen número de Congresos y Jornadas. Por primera vez me han pedido asistir a algun evento fuera de Catalunya. Las dos veces en Galicia. En el mes de junio tuve el honor de participar en el Congreso de Mediación Intrajudicial donde expuse mis ideas sobre el trabajo de mediación y su relación con los cuerpos policiales. 
Y ya en el mes de Septiembre asistimos a Vilagarcia de Arousa al Congreso Internacional de Mediación, Arbitraje y Compliance para recoger un reconocimiento al Servicio de Mediación por contribuir a la convivencia en un contexto urbano de gran complejidad como es L'Hospitalet. El premio lo recogí con Manoli Martínez, mi jefa y amiga, y acompañado por Laia González gran mediadora y compañera. 

Por otro lado, hemos recibido la visita de mediadoras y amigas de otras partes del mundo. En concreto, este año ha visitado el servicio Graciela Curuchelar, notaria y mediadora de Buenos Aires, docente y experta en mediación y resiliencia. 
También ha vuelto a visitar el servicio, esta vez acompañada por una delegación de jueces de Argentina, mi querida Daniela Almirón, además de colega, gran amiga, responsable de la oficina de mediación de Puerto Madryn. Gracias a esa visita se abren posibilidades para colaborar con la provincia de Tierra del Fuego en la creación de un servicio de mediación comunitaria vinculado a las estructuras policiales, siguiendo el modelo de gestión de la convivencia en L'Hospitalet. Tuve la suerte de que Daniela me acompañara a la clase que cada año doy en la Universidad de Girona sobre  "Evaluación en mediación". 

En el mes de junio, invitado por Irene Sendín, participé junto a mi querido Xavier Jiménez, coordinador del Servicio de Mediación Comunitaria del Prat de Llobregat (el primero del estado español) en las Jornadas ¿Mediamos?. Participamos en una mesa de debate en la que se habló de la mediación privada y la mediación pública. Aún estamos lejos de una política pública de mediación. A pesar de ello, muchos municipios y ciudades deciden invertir parte de sus presupuestos en gestionar conflictos de forma pacifica. A mi entender esto no es incompatible con la mediación privada. Podríamos hacer una analogía con la relación entre la sanidad pública y la privada. Ambas conviven en nuestra sociedad con cierto equilibrio. ¿Podremos avanzar a un equilibrio similar en mediación tratando de no generar conflictos entre nosotros los mediadores?

Hace pocos días tuve el honor de ser invitado a la X Jornada de Infancia y Educación Social, en la cual hice el cierre y conclusiones. Este año la Jornada recogió diferentes ámbitos de la mediación en la que la infancia juega un papel (escolar, familiar, comunitaria,...). 
Me preocupa ver como a veces excluimos a los niños y jóvenes de la mediación, cuando son usuarios excepcionales por su flexibilidad y capacidad de aprendizaje. También compartí mis reflexiones sobre como los niños y sus actividades son cada vez más señalados como causantes de conflictos tanto en relaciones vecinales como en el espacio público. Uno de mis próximos posts tratará sobre este aspecto.

Recientemente he impartido, conjuntamente con mi compañera Laia González, el curso  "Herramientas y estrategias para la mediación y la convivencia en el marco de las bibliotecas" organizado conjuntamente entre el Colegio de Bibliotecarios y el Colegio de Educadores Sociales. Es interesante ver como los sistemas tradicionales de resolución de conflictos (normativas, sanciones, castigos,...) no ofrecen respuestas que generen bienestar y cohesión social. Cada vez más se nos requiere a los profesionales de la mediación para asesorar a otros profesionales para mejorar en su forma de gestionar conflictos y para avanzar en un cambio de modelos de los patrones para regular la convivencia en las instituciones. 

Un año más, he continuado con mi labor de Supervisión a los mediadores de la provincia de Barcelona. Ha sido un año de aprendizajes y de buenas experiencias. Han sido muchos los temas que hemos trabajado en este año: la capacidad, y como se trata de un concepto que debe ser flexibilizado y revisitado; la imparcialidad, sobretodo qué pensamientos internos llevan al mediador a poder legitimar a ambas partes con la misma intensidad para que su posición de tercero imparcial sea genuina, como acceder a las segundas partes, como centrarnos más en las personas que en los procesos,... Es un lujo y un aprendizaje continuo acompañar a mis compañeros mediadores en este espacio. En el marco del espacio de Supervisión, también he conducido dos monográficos. Uno sobre la gestión de conflictos por el uso del espacio público, y otro sobre la mediación reparadora, cuando se ofrece como alternativa al pago de una sanción por haber incumplido ordenanzas municipales. Este tema también merece un post en los próximos meses. 


Y finalmente, pero lo más importante, seguir coordinando y disfrutando de trabajar, un año más, en el Servicio de Mediación Comunitaria del Ayto. de L'Hospitalet. Hemos visto como se incorporaban nuevas personas en el equipo, renovándose así las energías y los proyectos. Es imposible aquí resumir todas las acciones que se llevan a cabo para prevenir y gestionar conflictos (talleres, cursos, acciones de prevención, proyectos compartidos con otras areas y entidades,...) Hemos acompañado a un centenar de mediadores escolares y a sus profesores en su labor, formado a unos 40 profesores de primaria en prácticas restaurativas, a unos 50 policías locales, padres y madres de educación infantil, alumnos de secundaria, jóvenes de planes especiales de formación,... Han sido también muchas las mediaciones (vecinales, familiares, asociativas,...). Tantas y tantas personas a las que hemos tratado de acompañar en momentos difíciles. Algunas de ellas han podido solucionar sus conflictos porque confiaron en ellas mismas y en la mediación. Otras no pudieron, o no supimos como ayudarlas. Debemos revisar nuestras actuaciones para mejorar día a día. 

Son muchos los retos para el próximo año. A nivel de servicio ya estamos gestionando los primeros casos de acoso escolar. Gracias a Neus Camacho, y al Servicio de Mediación Comunitaria del Ayto de Sabadell, el referente en estos temas, nos hemos atrevido a intervenir en este tipo de situaciones. Con esa finalidad nos hemos formado y preparado para aplicar las prácticas restaurativas a esta tipología de conflictos. También seguimos trabajando para avanzar en un plan de prevención de la radicalización en la ciudad, con todos los agentes con los que tenemos complicidad. El año que viene se ven venir grandes logros en este sentido. Finalmente, continuaremos contribuyendo a que las personas que practican religiones minoritarias en la ciudad se sientan reconocidas y puedan celebrar sus prácticas religiosas con normalidad, tanto en el espacio público como en los oratorios. Los jóvenes seguirán siendo una prioridad, y los centros de primaria, en los cuales estamos empezando a intervenir desde hace pocos meses. A por el 2017 !














miércoles, 9 de noviembre de 2016

VOLUNTARIEDAD (2). Resistencias y cómo superarlas

En el post de septiembre vimos como la voluntariedad es también parte de un proceso y tratamos de ubicar cuales son los aspectos en los que ésta se concreta. Este mes compartiré algunas de las reflexiones que a lo largo de estos años he ido trabajando junto con mi equipo y otros mediadores de la provincia de Barcelona que hace referencia a las resistencias más habituales a querer mediar y como superarlas.



1) No querer/poder poner energía

Mediar requiere voluntad, disposición, pero sobretodo esfuerzo. En primera instancia hay que esforzarse en volver a explicar el propio conflicto. También en responder a preguntas distintas que hacen que salgamos del relato habitual sobre el mismo. Posteriormente a entender que hay otra parte con una visión legítima y diferente a la propia. Y finalmente a ceder, negociar, pactar, perder... para poder ganar. Hay personas que llegan al espacio de mediación sin la energía que este proceso requiere. Es trabajo del mediador calibrar si la persona podrá o no rehacerse de ese desgaste para poder poner energía en el proceso.

2) Miedo a conectar con las emociones

En  mediación se trabaja con intereses, necesidades, percepciones, pero también con emociones. Una de las ventajas del proceso es que en el mismo se da un espacio para que éstas afloren. Esto es algo que la diferencia de otros medios de gestión de conflictos como por ejemplo los tribunales, en los cuales es impensable poder expresar cualquier tipo de emoción. Vivimos en una sociedad con un claro "analfabetismo emocional", por eso hablar de emociones acostumbra a ser considerado como infantil o como mínimo intrascendente. Los que nos dedicamos a mediación conocemos el poder transformador de las emociones cuando éstas afloran en una sesión conjunta. Pero no todo el mundo está dispuesto a conectar con las propias emociones así como a conectar con las emociones del otro. Debemos ser los mediadores los que calibremos como se relaciona cada persona con las emociones para desplegar estrategias que les permitan aflorarlas y aprovecharlas en pos del acuerdo.

3) Pensar que se puede complicar o perder la relación

Muchas veces consideramos que si hacemos cosas para resolver los conflictos, estas acciones pueden contribuir a empeorar la situación. Lejos de esta fantasía, los conflictos tienden a complicarse si no hacemos algo. Las relaciones se deterioran si dejamos que el malestar, los malos entendidos y los prejuicios vayan agrandando la distancia entre las partes. Hacer llegar la noticia a la otra persona con la que tenemos un conflicto de que lo queremos solucionar por la vía del diálogo, difícilmente puede complicarlo. Lo máximo que puede pasar es que no le interese. Además, los mediadores desplegamos diferentes estrategias para que esta noticia, la invitación a la mediación, pueda ser recibida de forma positiva.

4) Querer ganar y que el otro pierda

Esta es una de las resitencias más habituales de la mediación. Nuestra cultura está impregnada por esta lógica del ganar/perder. El mundo del deporte, el cine, los juegos de mesa, los debates, los concursos de TV,... todo se organiza con esta lógica: para que uno gane, otro debe perder. Así se afrontan los conflictos con los métodos tradicionales adversariales (juzgados, policía,...). Cuando las personas llegan a la mediación pueden no querer porque creen que aceptarla es perder y que por lo tanto eso implica que el otro gane. Uno de los hallazgos de la mediación es que ambas partes pueden ganar, y para ello ambas tendrán que ceder (que no perder). Este descubrimiento de las personas que pasan por la mediación es muy difícil de transmitir en el primer estadio de la misma.

5) Pensar que el conflicto desaparecerá

A menudo algunas de las personas que atendemos no quieren participar de la mediación porque se intalan en la creencia que el conflicto desaparecerá. Esto se concreta en lo que llamamos la "fantasía de desaparición": el vecino molesto se mudará, el problema con el compañero de trabajo desaparecerá cuando lo cambien de departamento, tu pareja te dará toda la razón (lo cuál es similar a su desaparición),... Los conflictos se resisten a desaparecer, y las personas con las que tenemos un conflicto normalmente no cambian su actitud si nosotros no hacemos nada al respecto. A veces hay que dar tiempo para que las personas descubran esta realidad y entonces volverles a plantear la mediación.

6) Desconfianza en la otra parte


Éste es quizás unos de los argumentos que más se esgrimen para rechazar la mediación. ¿Cómo puede alguien confiar y desear dialogar con alguien con quien tienen un enfrentamiento?. La desconfianza al inicio es total, se duda de que asista a la entrevista, de que acepte la mediación, de que juegue limpio. Es el mediador el que tiene que ir sentando las bases para esa confianza. Primero hay que propiciar la confianza en el mediador, posteriormente en el proceso, y más tarde ir sentando las bases para un cambio de percepción respecto al otro. Un momento crucial llega con la noticia de la voluntariedad de la otra parte. Y posteriormente, la actitud de imparcialidad del mediador, irá transmitiendo, de forma indirecta, que si la otra parte merece la confianza del mediador, ¿por qué no darle una oportunidad?

7) Estar muy enfadado y desbordado por las emociones

A menudo las personas que pasan por un conflicto están desbordadas por las emociones. El enfado, a veces, no permite avanzar hacia una posible aproximación a la otra visión de la situación. En esos momentos hay que dejar a la persona expresarse y hacer aflorar todas esas emociones. Solo cabe legitimarlas y acogerlas en un primer momento. Darles un lugar y comprenderlas puede ser la primera fase para superar ese estado y poder afrontar otras fases del proceso con la mente más clara. Desahogarse (dejar de ahogarse) es importante en el primer momento, pero el mediador debe hacer avanzar a las partes para una vez superada la situación de "overbooking" emocional entrar en otra fase más constructiva en el abordaje de la situación.

8) Por una posición desde los valores

¿Cuántas veces no oímos en nuestras mediaciones conceptos como el bien y el mal, la verdad y la mentira, tener "toda la razón del mundo",...? Estos conceptos, tan asentados en nuestra cultura, y vinculados a la lógica "ganar/perder", no permiten avanzar en la resolución de los conflictos. Los mediadores introducimos una lógica que puede ser desconcertante en un primer momento. Para nosotros la realidad es la de cada una de las partes, y la razón es algo que se reparte entre ellas, lo que está bien y lo que está mal depende del cristal con el que se mire,... Un buen recurso es devolverles a los participantes hasta qué punto les ha resultado inútil el posicionarse desde estos conceptos cerrados y explicar cuál será nuestra posición al respecto (imparcialidad o multiparcialidad). Esto que al principio puede resultar, sin duda, desconcertante, más tarde se va a convertir en un motor del acercamiento y el reconocimiento entre las partes. 
9) Por hacer del rol de víctima parte de la identidad

Uno de los aspectos que siempre hay que explorar como mediadores son los "beneficios secundarios" que toda persona obtiene al ser parte de un conflicto. Normalmente, cuando atravesamos una situación conflictiva, recibimos beneficios secundarios (se nos presta atención, conseguimos la consideración de familiares y amigos, nos sentimos vivos e importantes,...) Es importante que el mediador tenga en cuenta estos aspectos, ya que nos podemos encontrar con algunas personas que se resistan a abandonar la situación de conflicto por un miedo inconsciente a perder algunos de estos beneficios. Nos toca explorarlos, explicitarlos y buscar de qué manera se pueden obtener sin necesitar al conflicto para ello.
10) Por querer que se lo resuelvan 

Como sociedad, hemos generado unas expectativas en los ciudadanos que muchas veces tienen más que ver con el concepto "cliente" que con el concepto "ciudadano". A menudo las personas se acercan a los sistemas de mediación exigiendo que alguien les resuelva su conflicto. Somos consumidores de servicios públicos y privados y consideramos que ya pagamos (minutas o impuestos) y por tanto requerimos que alguien nos resuelva nuestros líos mientras nos limitamos a ser espectadores. La mediación devuelve la responsabilidad a los participantes, les dice que serán ellos quienes resuelvan la discrepancia alcanzando los acuerdos que ellos mismos diseñen. Esta visión rompe esta tendencia a lo clientelar que se ha ido instalando en la ciudadanía. Por eso muchas veces la mediación se acaba convirtiendo en el último recurso. Sólo cuando otros sistemas ya no han dado respuesta se recurre a la mediación. Lo adversarial sumado a lo clientelar está llevando a que se extienda la insatisfacción respecto a como se resuelven las diferencias en nuestra sociedad. La mediación responsabiliza e implica. A cambio, genera una gran satisfacción a quienes se atreven y participan en ella.

Éstas son algunas de las resistencias más habituales. Por supuesto que pueden haber muchas más. No desear la mediación es perfectamente legítimo. Nuestra responsabilidad, no obstante, pasa por tratar de buscar cuál es la resistencia a la mediación para valorar si se puede tratar de alguna que pueda ser vencida. No obstante, cuando las partes han sido informadas de las características de la mediación y han decidido de forma serena y acompañada que no les conviene el proceso, solo nos cabe respetarlo y comprenderlo. La mediación no es para todos los conflictos ni para todas las personas.

viernes, 2 de septiembre de 2016

VOLUNTARIEDAD (1). Al principio?


Uno de los principios de la mediación, junto con la confidencialidad y la imparcialidad, es la voluntariedad. Participar en una mediación solo es posible si se hace de forma voluntaria. Pero, ¿qué significa querer participar en una mediación? ¿como se manifiesta esta voluntariedad?.
 
 
 
 

A menudo oímos hablar de la voluntariedad como un requisito de todo o nada: O hay voluntariedad o no la hay. Cuando no hay voluntariedad, el usuario queda excluído directamente del proceso. Pero, ¿cómo acceden los usuarios a esta voluntariedad? ¿Qué les lleva a querer participar en una mediación? Esto es algo que todos los mediadores exploramos en las primeras sesiones. Por lo tanto parece lógico también explorar por qué otros usuarios no quieren. Por supuesto que "no querer" es tan legítimo como querer. Y por lo tanto no me refiero a cuestionar a las personas que no tienen voluntariedad como si su opción fuera menos legítima que las que quieren participar. Es evidente que como mediadores necesitamos a personas que quieran mediar para desarrollar nuestro trabajo y, por otro lado, sabemos que gestionar los conflictos por esta vía aporta muchas ventajas respecto a hacerlo por métodos adversariales. No obstante, si las personas han sido convenientemente informadas, hemos conocido los motivos que les llevan a no querer participar de la mediación y han decidido que desean usar otras vías, el mediador solo puede ponerse a disposición de esas personas por si más adelante vuelven a reconsiderar su posición.

Volvamos a cuando "sí quieren". La siguiente pregunta es: ¿qué quieren?. Porque participar de una mediación implica muchas cosas. Bajo la etiqueta "participar" podemos englobar diferentes acciones y posiciones que requieren de ciertas capacidades y una reafirmación constante en esa postura de voluntariedad:

- Solicitar la mediación o aceptarla

- Asistir a las entrevistas

- Responder a las preguntas de los mediadores y dejarse conducir

- Reconocer que se es parte de un conflicto y que se ha contribuído a su escalada

- Estar dispuesto a cambiar la forma de ver la situación y como afrontar el conflicto

- Aceptar que el otro tiene una visión legítima de la situación

- Aceptar reunirse con el otro

- Aceptar explicarle al otro su visión de la situación y escuchar la visión del otro

- Tener una actitud cooperativa y proactiva

- ...

Podríamos seguir enumerando muchos más aspectos que requieren de un ejercicio continuo de voluntariedad por parte de los usuarios. No siempre las personas que llegan a mediación se sienten dispuestas o preparadas para aceptar todo lo que conlleva. Quizás, en un primer momento, solo pueden aceptar entrevistarse con el mediador, pero no se ven reuniéndose con la otra parte. No queramos correr. La voluntariedad tambíen es un proceso. Valoremos en qué punto está cada participante, qué resistencias puede expresar respecto a participar en cada uno de los aspectos, si la falta de voluntariedad es o no informada y por tanto más o menos legítima, diseñemos estrategias para "promover la voluntariedad" si hay resistencias que nos parecen salvables,...

Finalmente (y quizás no al principio), cuando las partes dicen "sí, quiero!", entonces podemos poner en juego el valor dicotómico y contundente de la voluntariedad. "Quieres?!, porque podrías no querer..." y un poco más tarde "Me ha dicho que quiere hablar contigo... ¿qué opinas? ¿qué vas a hacer?" y también "Lo hace de forma voluntaria!". Cuando se da, cuando ambas partes tienen voluntariedad, recordar este aspecto es el mejor reencuadre a la mediación. Y se puede ir usando durante el proceso. Ya sea en el discurso inaugural ("podíais no haber venido pero estáis aquí y podeis marcharos cuando queráis"), en un momento de crisis ("estais aquí porque quereis solucionarlo...") o para reafirmar el acuerdo ("se ha alcanzado por el esfuerzo y la implicación de todos vosotros")

En el próximo post me ocuparé de las resistencias que pueden presentarse respecto a la voluntariedad y qué estrategias podemos desplegar para impulsarla.

 

jueves, 23 de junio de 2016

Mediar en conflictos por el uso del ESPACIO PÚBLICO


Desde los inicios del Servicio de mediación que coordino, nos planteábamos que algún día deberíamos poder intervenir en conflictos por el uso del espacio público. Ya entonces intuíamos que este tipo de conflictos podían suponer una oportunidad para el Servicio en la línea de demostrar su utilidad. En aquel momento lo veíamos complicado, inviable, se nos planteaban múltiples dificultades. Una de ella los encargos, claramente alejados de las funciones de un mediador. Era un riesgo aceptar ciertas cosas porque podríamos haber desvirtuado la naturaleza del servicio desde sus inicios.

Algunos de los conflictos que más preocupan en nuestras ciudades tienen que ver con el uso del espacio público. En general carecen de espacios públicos suficientes para la alta densidad de habitantes que acogen. Como cultura latina y ribereña tendemos a hacer un uso intensivo del espacio público, nos gusta salir a pasear, tomar algo con los amigos, los niños juegan en las calles. Nuestro clima mediterráneo contribuye a que nos apetezca salir y compartir en espacios públicos. Ese uso intensivo, a veces genera sensación de incompatibilidad. A veces he oído que algunas de nuestras plazas tienen "exceso de aforo". Los chicos quieren jugar a pelota (el deporte nacional, los héroes de nuestra sociedad,...), los abuelos descansar plácidamente sentados al sol, hay quien quiere tomar un helado tranquilamente en una terracita, los perros pasean y hacen sus necesidades, personas de diferentes culturas utilizan los espacios comunes para encontrarse con sus iguales,... Y se genera el malestar, la falta de reconocimiento, se explicitan intereses contrapuestos, las posiciones se hacen cada vez más confrontativas...   Se trata de conflictos cíclicos, ya que cuando llega el buen tiempo el uso se intensifica y por lo tanto los episodios de malestar y las quejas. El ocio se privatiza cada vez más. Mientras algunas clases sociales se recluyen en casa o no salen de los centro comerciales, los más desfavorecidos ven como desaparecen los lugares para la práctica deportiva libre. Las terrazas de los bares, llenos de cada vez más turistas, ocupan el espacio transformando lo público en privado.

Otra complejidad tiene que ver con el hecho de tratarse de conflictos multiparte. En ellos participan u opinan, muchas pesonas, cientos, incluso miles... Hablamos de vecinos que viven directamente en el entorno de esos espacios públicos (a veces que solo los "sufren", otras veces también los usan), de los usuarios (cambiantes en función de las horas y los días), de los comerciantes que tienen sus negocios en esos espacios, sobretodo los bares que pueden tener ubicadas sillas para sus clientes en esos espacios o de los clientes que salen a fumar,.... También hablamos de las asociaciones de vecinos, ya que los espacios públicos no pertenecen estrictamente a los vecinos del entorno. Son recursos que pertenecen a toda la comunidad. Éstas pueden y deben velar por ese uso compartido y comunitario. Corresponderá definir, de forma cuidadosa y pormenorizada, quienes son las partes de cada uno de estos conflictos (vecinos, usuarios, comerciantes, entidades, servicios,...). Y, como no, los gobiernos locales, que siempre son parte, y no una parte menor en este tipo de conflictos. Las decisiones que toman los ayuntamientos para prevenir y/o resolver conflictos por el uso de los espacios públicos nunca son neutrales (prohibiciones, sanciones, mejoras urbanísticas, acciones cívicas o culturales,...) Hay interlocutores que hacen prevalecer su visión sobre el conflicto en este tipo de decisiones. ¿Pueden las decisiones políticas ser neutrales e imparciales en este tipo de situaciones? ¿Deben serlo?

A diferencia de los conflictos más habituales que atendemos en el servicio, como por ejemplo los vecinales, en los cuales las partes son fácilmente identificables y localizables; las partes en los conflictos por el uso del espacio público no son tan fáciles de implicar en un proceso de este tipo. Para empezar hay que trabajar con aquellos ciudadanos que se han quejado (llamando a la Policía, presentando firmas de protesta o colgando pancartas de queja en los balcones,...). Son las personas que generan el clima de opinión y normalmente quienes condicionan las agendas de las decisiones técnico-políticas que se toman al respecto. Con ellos, más que con otros, es necesario trabajar para transformar la legítima queja en responsabilización e implicación. Por lo tanto, nos tenemos que dirigir a estos ciudadanos, así como al resto de los que no se han quejado explícitamente pero pueden estar molestos. Para acceder a ellos se convocan reuniones en las comunidades de vecinos. Ahí se producen entrevistas grupales en las cuales tratamos de ver cuál es la visión de los participantes respecto al conflicto, qué han hecho para intentar estar mejor y les planteamos qué otras cosas se podrían hacer y en qué pueden contribuir ellos. Por otro lado tratamos de hacer presentes a las otras partes haciendo aflorar sus necesidades y tejiendo puntos en común. Como se puede apreciar, un trabajo idéntico al que haríamos en una entrevista de mediación al uso, de las de "manual y despacho". 

Un poco más complicado es el trabajo con los usuarios. Ahí no queda más remedio que hacer "trabajo de campo". Se trata de pasar horas en el espacio público entablando conversaciones con unos y con otros. Mediante esas conversaciones conseguimos interlocutores representativos de las diferentes posiciones e intereses respecto al uso del espacio público (jóvenes, personas mayores, inmigrantes de diferentes orígenes, padres que acompañan a sus hijos para que jueguen,...). Nuevamente entrevistas individuales y grupales, relatos de posiciones e intereses, exploración de necesidades, propuestas y responsabilización. El trabajo del mediador, pero en un ambiente informal y en el espacio en el que se produce el conflicto. Y de igual manera trabajaremos con los comerciantes, con las entidades del entorno, con las asociaciones y servicios...

Y después de un tiempo de trabajo, normalmente unos meses, en los que se ha ido tejiendo una red de complicidades y de interlocutores que se sienten vinculados al conflicto, se puede convocar la "sesión conjunta". Por fin reunimos a las diferentes partes, con una metodología dinámica y bien conducida, en un espacio ajeno al lugar donde tiene lugar el conflicto (salones de actos de institutos o escuelas, equipamientos municipales,...). En un primer momento se devuelve a los participantes su propia visión sobre la situación: por qué les gusta ese espacio público (reformulación en positivo para empezar la reunión), qué problemas señalan, qué se podría hacer, qué pueden hacer ellos,... Poco después llega el momento de la controversia. Se organiza a los participantes en grupos diversos y se les pone a trabajar con una metodología participativa tratando de que sea la propia metodología la que haga de soporte a la mediación. Y ahí vemos como discrepan, como construyen, se conocen y  reconocen, se responsabilizan,... Y acabamos la sesión compartiendo resultados y valorando como llevar a cabo las propuestas. Es el momento de la celebración, cuando sentimos que estamos avanzando para superar el conflicto, y por lo tanto apetece celebrar. Es importante cuidar tanto lo informal como lo formal, quien se sentará con quien, quién marcara los tiempos, cuál es el rol de cada profesional, qué otros servicios intervienen,...

Sería muy extenso reflejar aquí los pormenores de este trabajo. Lo importante para mi y para mi equipo es que es y ha sido posible. Se puede mediar en conflictos por el uso del espacio público. Solo se requiere tener suficientes recursos para poderlos invertir en un proceso largo y complejo. También es necesaria la legitimidad para hacerlo, que el encargo recibido por la institución sea claro y explícito. Y sobretodo, que los responsables políticos estén dispuestos a recibir las propuestas que surjan del proceso y a darles curso. Este es un requisito que debe ser trabajado desde el inicio del encargo. Solo si el esfuerzo de los implicados es visibilizado como útil se pueden sentar una ciertas garantías para que el conflicto del espacio público pierda intensidad. 

Si se dan las condiciones, si se puede dedicar el tiempo necesario, si se da continuidad a los procesos y los grupos resultantes se empoderan y ganan en representatividad, vemos como se reducen las quejas y baja la tensión. Muchos requisitos, que no siempre se dan. Además , esto no implica "solucionar el conflicto". El espacio público es conflicto por definición y no es una finalidad del servicio ni de estos procesos, su desaparición. Sin embargo, los que se vivían como adversarios se convierten en aliados, los políticos disponen de grupos representativos y legitimados con los que tomar decisiones más equilibradas, las personas se conocen, la tensión baja, la convivencia se hace posible. Los mediadores, expertos en generar conversaciones improbables (C. Gimenez), podemos poner nuestras capacidades y nuestro rol a disposición de conflictos públicos y complejos como estos. Solo hay que tener la legitimidad, los recursos y atreverse. 




lunes, 2 de mayo de 2016

Mediadores de DESPACHO vs mediadores de CALLE



Hay en esto de la mediación algunos prejuicios entre nosotros que no contribuyen al fortalecimiento de la disciplina ni a la consolidación de la mediación. En el seno de todas la profesiones afloran los grupos y las opiniones, las corrientes y ciertos prejuicios. El debate sobre las formas de aplicar la mediación, a veces se explícita en jornadas y ponencias en las cuales se argumenta desde el poder que dan los escenarios. Otras veces se siente de forma implícita en forma de comentarios malintencionados en voz baja. Unos y otros demuestran que no nos conocemos suficiente y que muchos de nuestros colegas mediadores se siente en posesión de la "verdadera mediación".

La mediación comunitaria ya hace más de 10 años que se viene practicando en muchos municipios de la provincia de Barcelona. En estos municipios se han impulsado Servicios de Mediación que han tratado de dar respuesta a los conflictos que presentaban las comunidades en las que se han implementado. Muchos de estos conflictos enfrentan a partes fáciles de localizar. Cuando el vecino del 3o2a se queja de los ruidos de música y voces altas que provienen de su vecino de arriba, del 4o 2a, se plantean una serie de sesiones de mediación, individuales y/o conjuntas, que se se celebran en un espacio diferente del conflicto: los despachos. En la sala de mediación, el profesional está en su territorio, se siente cómodo y empoderado en la herramienta que aplica. Sabemos de la importancia de la puesta en escena de la mediación, del contexto en el que se desarrolla, y los despachos son lugares de neutralidad y de prestigio de la herramienta utilizada. Hasta aquí todo ortodoxo y directamente aplicable desde cualquier manual.



La controversia empieza cuando el mediador se desplaza al domicilio de las partes para localizarlas, para establecer un contacto que pueda fructificar en una cierta confianza y para conseguir que esta persona acabe aceptando la mediación como herramienta para resolver su conflicto. En alguna ocasión excepcional incluso se pueden celebrar las sesiones individuales o conjuntas en uno de los domicilios de las partes. Es esta una transgresión ante la que algunos mediadores, digamos ortodoxos, arrugan la nariz. Entienden, estos, que el hábitat natural de la mediación son solo los despachos del centro de mediación. Pero vayamos más allá: ¿qué pasa con los conflictos públicos? ¿qué hacemos con aquellos conflictos cuyas partes son mucho más complejas y difíciles de localizar e implicar?. Por ejemplo, ¿qué hacer con un conflicto que surge por el uso del espacio público porque las personas o colectivos que lo usan tienen necesidades diferentes y vividas como contrapuestas?. ¿Cómo conseguir una sesión conjunta en la que todas estas partes puedan tener la controversia en un despacho, y donde digo despacho entiéndase cualquier espacio de reunión fuera del espacio público objeto del conflicto?. Pues bien, desde el Servicio de Mediación que tengo el honor de coordinar, ya hace tiempo que valoramos la conveniencia de acercarnos a las partes y al conflicto. Nuestra manera de trabajar implica hacer entrevistas (individuales y grupales, privadas y conjuntas) y esto se puede hacer también en un espacio público, en la portería de una comunidad donde se congregan unos vecinos, en un comercio, en la sede de una asociación,... Los mediadores comunitarios hemos de generar confianza, complicidad, implicación, ilusión... Y esto no se hace únicamente desde los despachos.



Pero, ojo! ¿cuál de los dos mediadores es mejor? Y cuántas veces no oímos eso de... "Aaahhh, claro, como sois mediadores de despacho...", o "Aaaahhh, vosotros no hacéis mediacion sino intervención social porque estáis en la calle...". Y luego llega, como no, la identificación con una de las teorías de la mediación. Como si los "mediadores de despacho" solo pudieran utilizar el modelo de Harvard y los "mediadores de calle" el modelo transformativo.

Mi visión es que la mediación es mediación se haga donde se haga. Y cada conflicto requiere de un abordaje, de unas secuencias en el proceso y de espacios diferenciados. Un buen profesional es aquel que sabe utilizar las herramientas que necesita el conflicto, y una de ellas es el espacio donde se hace la intervención: despacho o calle en función del conflicto y del momento del proceso; vivienda del usuario o comunidad de propietarios en función de ciertas circunstancias; comercio, entidad, instituto, comisaría,... Por eso el adjetivo de nuestra mediación es "comunitaria", porque aplicamos la herramienta de la mediación en la comunidad y la llevamos donde haga falta. No creo que sea bueno que los mediadores esperen que les lleguen los conflictos al despacho mirando por la ventana de los Servicios de Mediación. Los conflictos no vienen solos, hay que salir a buscarlos. Pero no nos confundamos: qué potencial tiene una sala de mediación!!! Y cómo es de importante que muchos conflictos se gestionen en un espacio digno que garantice la tranquilidad y la confidencialidad, además de necesitar ser gestionados lejos del lugar donde el conflicto tiene lugar.

El mediador no lo es por trabajar en un contexto o otro, si no por lo que hace en ese contexto. Su papel es el de tercero imparcial o multiparcial, aprovecha el conflicto como oportunidad para la mejora y la innovación social, acompaña a las partes para poder manejar su situación con mejores expectativas,... y eso se puede hacer donde se considere conveniente. Dejemos de desprestigiar a la mediación y la labor de los mediadores porque el contexto en el que se haga no corresponda con nuestro encargo institucional. 



miércoles, 6 de abril de 2016

LEGITIMIDAD. Comodidad en mediación

LEGITIMIDAD. Comodidad en mediación

En esta segunda entrada en el blog quiero reflejar uno de los principios fundamentales de la mediación, y uno de los menos recogidos en la bibliografía: la legitimidad. Díez y Tapia, en su indispensable obra Instrumentos para una aplicación pràctica de la mediación definen legitimar como "crear las condiciones para que la gente pueda acceder a la participación". Quizás es un poco simplista, pero para clarificar: tenemos que lograr que las partes en conflicto se sientan cómodas en el espacio de mediación.

Pero no nos engañemos, la mediación ni es fácil ni es cómoda. Hablamos de personas que atraviesan por un conflicto y esto implica sufrimiento, preocupaciones y desgaste psíquico e incluso físico. Pero para que puedan dar lo mejor de sí mismos en el espacio de mediación los hemos de hacer sentir cómodos, al menos en un primer momento. Ya habrá tiempo (no mucho, pero lo habrá) de provocar incomodidad para hacer abandonar ciertas certezas, de "traer" la visión de la otra parte, y también habrá ocasión de acompañar la incomodidad de retomar el conflicto en la sesión conjunta. Pero en el primer momento se trata de hacer sentir cómodos, se trata de legitimar. 





Muchos teóricos de la mediación señalan el "ciclo de confianzas cruzadas" como base para poder avanzar en el proceso. Este ciclo de confianzas puede ser leído de forma secuencial: confianza en el mediador, en la mediación y, como fase culminante, confianza en la otra parte. Para mi es un esquema válido pero incompleto. ¿Cómo conseguir que las personas confíen en la mediación? ¿Cómo lograr confianza en el mediador? ¿Cuántas veces los mediadores se quejan de no ser reconocidos, de que las personas vienen a mediación pero no saben qué es y hay que explicarles una y otra vez en qué consiste?. Cuantos esfuerzos en que se nos entienda y valore...? Propongo empezar en otra dirección. Propongo empezar entendiendo a nuestros usuarios. 

Los mediadores, lejos de la idealizada y utópica neutralidad, pensamos y nos formulamos hipótesis, proyectamos casos anteriores o vivencias personales, tendemos a simplificar los casos tratando de ayudarnos a sobrellevar nuestra ardua tarea. Cuántas veces decimos "Lo que les pasa es que no saben dialogar...", "No se acuerdan de cuando eran jóvenes...", "Si se conocieran más personalmente, verían que son buenas personas...". Nos encontramos ante este afán que ha colonizado las ciencias sociales: "diagnosticar". Ese concepto que hemos incorporado de las ciencias de la salud y que presupone un conocimiento superior del médico que lo diferencia de la ignorancia de sus pacientes. Por eso, cuando hacemos diagnósticos, sabemos cuál es el tratamiento y lo recetamos a nuestros usuarios. Pues lo diré alto y claro: LOS MEDIADORES NO DIAGNOSTICAMOS. No tenemos ni idea de lo que les pasa a las partes ni como lo pueden arreglar. Ellas son las que saben qué les pasa y qué solución es la más adecuada para su situación. 

Si los participantes en los procesos de mediación que conducimos no se sienten legitimados no podrán atorgar su confianza ni al profesional, ni a la herramienta, y será difícil que lleguen a confiar en la otra parte. Por lo tanto, confiemos en nuestros usuarios, validemos sus necesidades e intereses aunque no compartamos sus posiciones, y favorezcamos así su acceso a la participación. Nos encontramos, por lo tanto, ante un reto importante: legitimar a cada una de las partes con las que trabajamos. Esta legitimación debe ser genuina y real. A menudo, algunos mediadores reconocen que internamente no pueden ser imparciales, ya que se decantan por una de las partes o bien tienen dificultades para conectar con aspectos positivos de otra. Supongo que hay profesionales que pueden mostrarse con una aparente imparcialidad utilizando los parámetros de la mediación de forma impecable. Reconozco que a mi no me sale. Creo que eso no saca el potencial de las personas a las que acompaño en sus conflictos. Al contrario, mi forma de trabajar con cada una de las partes es tratar de conectarme con ellas para poderles otorgar legitimidad, en una posición que se define mejor con el concepto multiparcialidad. Por lo tanto, esa necesidad mía de legitimarles se convierte en el motor de la intervención. Las preguntas que todos los mediadores manejamos (abiertas, cerradas, circulares, transformativas,...) nos sirven para conocer la visión de cada parte en profundidad. Nos sirven para valorar, también, el grado de voluntariedad y capacidad para afrontar el proceso. Pero sobre todo, las preguntas nos sirven para explorar todos aquellos aspectos de la persona con la que nos comunicamos que nos permitan legitimarlos como personas, como partes de un conflicto y como participantes en un proceso de superación del mismo. Me atrevo a decir que si no podemos legitimar, como mínimo algunos aspectos de cada una de las partes, estaremos inhabilitados para mediar en ese conflicto. 




A menudo, las personas que llegan al espacio de mediación lo hacen a la defensiva. Es frecuente ver como tratan de exagerar con el objetivo de despertar la atención y ser mejor atendidos. El relato que nuestros usuarios nos aportan ha circulado ya por muchos otros escenarios. Interiormente han revivido y recreado en múltiples variantes el conflicto y las conversaciones pendientes, han verbalizado un número indeterminado de veces lo ocurrido con amigos y familiares, quizás han recibido ayuda de otros profesionales (psicólogos, profesores, abogados, sacerdotes,...). Seguramente nuestros usuarios han acumulado una buena batería de consejos, ejemplos, experiencias previas de unos y otros, pero desconocemos si han sido escuchados de forma activa y si se les ha preguntado suficientemente respetando su visión. Es muy probable que no se hayan sentido entendidos, o bien se les haya dado la razón sin ningún atisbo de crítica. El rol del mediador es radicalmente diferente, y se basa en "el poder del no-poder". Pues bien, la primera sorpresa de la parte, es que desde mediación se le comprendre, pero no se le juzga ni se le justifica (eso es muy probable que ya lo haya experimentado previamente). Solo cuando veamos que los participantes se sienten cómodos en su posición, podremos "traer a la otra parte" en nuestras preguntas, para empezar un nuevo camino: el de la incomodidad. Solo legitimando adecuadamente a esa persona podremos aportar al sistema otra legitimidad, la de la otra parte, que en ese momento será vivida como antagónica. Ese será el momento para explicar que el mismo tipo de relación que hemos establecido con nuestro interlocutor, es el que estableceremos con la otra parte. Así se expresa y se vivencia la imparcialidad, no es necesario explicarla como si fuéramos un manual al uso.



Necesitaremos, por lo tanto, estar muy alerta a todos aquellos aspectos que nos suponen barreras o desafíos a aportar legitimidad. A menudo, cuando las partes relatan su conflicto pueden utilizar aspectos que nos incomoden (verbalizaciones racistas, discursos marcados por prejuicios, justificaciones de la violencia, rechazo a la mediación y a los mediadores,...) Cada mediador debe explorar y conocer sus limitaciones y las posibles proyecciones personales que le dificulten conectar con la parte humana y positiva de sus interlocutores. Cada profesional, debe, también, diseñar y ensayar sus estrategias para superar estas barreras y abrirse a otros ámbitos de la persona que le permitan una conexión más positiva. Solo podremos avanzar si podemos entender y expresar de forma genuina que esa persona aporta "material interesante" para poner las bases a un proceso de superación del conflicto. ¿Estamos dispuestos a movilizar nuestra parte más humana como mediadores? ¿Estamos dispuestos a dinamitar la barrera entre profesional y persona para propiciar una conexión más genuina entre nosotros y nuestros usuarios?

domingo, 27 de marzo de 2016

10 AÑOS DE MEDIACIÓN. El conflicto como oportunidad

10 AÑOS DE MEDIACIÓN

EL CONFLICTO COMO OPORTUNIDAD


Ya hace tiempo que le vengo dando vueltas a escribir un blog sobre la mediación. Me apetece compartir algunas de las experiencias y reflexiones que voy viviendo como mediador y como coordinador del Servicio de Mediación Comunitaria del Ayuntamiento de L'Hospitalet de Llobregat. Creo que pueden ser de utilidad para otros mediadores, o para municipios que piensan implementar acciones de mediación. También me pueden servir para tener feed-back con otros profesionales mediadores o interesados en la gestión de conflictos.

La celebración de 10 años del Servicio de Mediación que coordino, y también de 10 años de ejercicio en la mediación, se han convertido en el empujón definitivo para darle forma a mi blog "Tiempos de mediación". El pasado míercoles 16 de marzo celebramos la II Jornada de Mediación Comunitaria "El conflicto como oportunidad". Y este va a ser el tema de mi primer post.



Después de casi dos semanas de la celebración de la Jornada, creo que aún no he procesado del todo tantas emociones y tanto afecto. Creo que las Jornadas han supuesto un hito para mi trayectoria profesional y confío en que para el Servicio se conviertan en un punto de inflexión después de casi 5 años de reducción de recursos humanos. Cuando el Servicio fue creado, en el 2006, contaba con 10 mediadores y mediadoras a jornada completa. El año 2015, estos recursos se habían reducido a algo ás de la mitad. Por primera vez, después de esta dura etapa, hemos podido ampliar el equipo con dos nuevas mediadoras. 

Pero volvamos a las Jornadas: ya desde el verano pasado hemos ido trabajando para la celebración de las mismas. Parece mentira la cantidad de trabajo que hay detrás de un evento de este tipo. Pero, como siempre, cuando se trabaja duro y con convicción es más fácil conseguir éxitos. La mañana empezó recibiendo a tanta gente querida, tanto de L'Hospitalet como de los municipios del entorno. Una de las cosas más bonitas del dia 16 fue estar rodeado de tanto cariño durante todo el día. Gracias a todos los que vinisteis!

 




Con mi querida Rakel Zamora, responsable del Servicio
de mediación de Viladecans


La Jornada arrancó con  la  apertura  de  la  alcaldesa,  Nuria  Marín  y el   nuevo  Teniente  de  Alcalde  de Seguridad,  Convivencia  y  Civismo,  José  María  García  Mompel,  la  Regidoria a   la  cual  pertenece  el Servicio desde hace unos 5 años. En la  apertura,  la   alcaldesa   subrayó  la  utilidad  del  Servicio  para  la mejora  de  la  convivencia  en  la  ciudad.  En  10  años  se  han  gestionado  5056  conflictos, en los cuales han  participado  10336  personas.  Además, 23759  ciudadanos  se  han  beneficiado  de  las  acciones  de prevención llevadas a cabo por  el  Servicio  (formación,  difusión  y  sensibilización).  En dos terceras partes de los conflictos en los que se ha trabajado, las partes han mejorado su convivencia. Además, el 87% de las personas atendidas por el servicio expresan su satisfacción hacia el mismo.



Nuria Marín, alcaldesa de L'Hospitalet, y Jose María García Mompel, Teniente de Alcalde de Seguridad, Convivencia y Civismo, inaugurando las II Jornadas de Mediación Comunitaria en L'Hospitalet

La afluencia a la Jornada fue todo un éxito y el Auditori Barradas se nos quedó pequeño. Se demuestra, una vez más, el interés que tiene la mediación para públicos de diversos perfiles (mediadores, policías, técnicos municipales -educadores sociales, trabajadores sociales, psicólogos,...-, alumnos mediadores escolares, profesores, líderes vecinales y de entidades,...).



En la primera mesa de la mañana "Mediación y justicia: una relación necesaria", disfrutamos de las ponencias de Sara Pose (Magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya y coordinadora en Catalunya del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación) y de Daniela Patricia Almirón (responsable del centro de mediación de Puerto Madryn, Chubut, Argentina). Sara Pose compartió cuál es la realidad de la mediación intrajudicial. Según Sara Pose a menudo la decisión de los jueces "...no siempre pone fin al conflicto que está en el origen del litigio, y en el peor de los casos puede llegar a enquistarlo e incluso expandirlo". Por este motivo propone "...remitir a las partes a otras vías de resolución, en las que ellas mismas se conviertan en las protagonistas de la decisión final, diseñando una solución que sea un traje a medida para sus necesidades...". Daniela Patricia Almirón compartió su experiencia en la mediación comunitaria como un espacio del Poder Judicial en 21 de las 23 provincias de la Argentina. Define la oficina de mediación que ella coordina como un "...servicio de acceso público, gratuito, voluntario, confidencial, comunicacional y colaborativo."

Daniela Patricia Almirón, Teresa Carrasco (directora del Area de
Seguridad, Convivencia y Civismo) y Sasa Pose

Después del desayuno, ese momento de toda Jornada en que se estrechan lazos con los cómplices y aliados de la profesión, y en el que se expresan los afectos que tanto nos unen, la Jornada continuó con el diálogo entre expertos "El conflicto como oportunidad". Este es el debate que tuve la oportunidad y el privilegio de moderar. En este espacio se cumple un sueño añorado desde hace mucho tiempo: congregar en torno a una conversación distendida a cuatro de los principales referentes de la mediación comunitaria en nuestro entorno, y que han marcado el Servicio de Mediación de L'Hospitalet en estos 10 años, tanto a nivel conceptual como en la práctica. Los participantes en este diálogo fueron Carlos Giménez (Catedrático de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid), Ramón Alzate (Catedrático de Resolución de Conflictos de la Universidad del País Vaco), María Munné (Co-directora del Máster en Mediación de la Universidad Pompeu Fabra) y Xavier Jiménez (Coordinador del Servició de Mediación Comunitaria del Prat de Llobregat)

Carlos Giménez, una de los referentes de mediación intercultural, marcó los inicios del Servicio de Mediación, sobretodo a partir de sus artículos y por la forma como define los conceptos de Coexistencia, Convivencia, Democracia, Ciudadanía e Interculturalidad. También por las estrategias para avanzar en el camino de la convivencia. Hace unos 6 años pudimos conocerlo y desde entonces nos une un gran cariño, sobretodo por su forma a la vez sencilla y profunda de plasmar sus conocimientos y como llevarlos a cabo. Carlos define la labor del mediador como la de generar "conversaciones improbables" y utiliza la metáfora de la "pradera húmeda", un símil que me parece brillante y que desde que se lo escuché, confieso, no dejo de citar. Para Giménez, los mediadores y todos aquellos agentes que participan de la cultura de la mediación, contribuyen a que la sociedad sea como una pradera húmeda, como un huerto bien cuidado, para que, a diferencia de en una pradera seca, las chispas que surgen inevitablemente en forma de conflicto, no puedan incendiarla. Gracias Carlos por tu aporte y tu cariño con el Servicio !!

A Ramón Alzate lo conocimos ya hace unos 5 años, cuando buscábamos a un experto en metodologías para abordar conflictos con grandes grupos. Eso nos llevó a invitarlo al Servicio para que nos formara en metodologías como los OpenSpace, WorldCafé, Diálogos Apreciativos,... Metodologías que en su momento nos parecieron casi de "mediación-ficción" pero que con el tiempo nos han sido de mucha utilidad para gestionar conflictos públicos en L'Hospitalet, como los conflictos por el uso del espacio público. Han sido mediaciones en las que han participados varios cientos de personas entre usuarios, vecinos, comerciantes y líderes de entidades. Para conducir estos procesos ha sido necesario diseñar metodologías a medida, en buena medida deudoras de lo aprendido de Ramón Alzate. Ramón propuso alguno de los argumentos que generaron más repercusión entre los asistentes: "si la mediación es nuestra posición, ¿cuál es nuestro interés?", subrayando así que "La aceptación y comprensión de la complejidad nos lleva a la necesidad de acercarnos a los conflictos con procesos flexibles y adaptativos". Ante el debate mediación y policía, Ramón afirmó que "mediación policial es un oxímoron" ya que aunque es posible y deseable que la policía conecte con los principios de la mediación cuando gestiona conflictos, su encargo constitucional respecto al uso de la fuerza legítima los hace incompatibles con el rol del no-poder del mediador. Esto generó varias intervenciones por parte del público y un rico debate.

María Munné fue supervisora del equipo en el marco del Programa de la Diputación durante 5 años. De ella aprendimos que el mediador es un artesano, que además de usar las herramientas más conocidas (resumen, parafraseo, reformulación, preguntas circulares,...) debe usar sus propios materiales para conseguir lo mejor de cada usuario y de cada proceso. Ante la pregunta de cómo superar las etiquetas que asimilan conflicto a jóvenes y a inmigrantes, María contestó con un esclarecedor "jovenes e inmigrantes..., hablamos del futuro...". Además aporta que "no nos queda más remedio que aprovechar el conflicto como oportunidad porque cuál es la alternativa?" Un placer contar con María en esta Jornada.

Xavier Jiménez fue una de las personas que más marcó los inicios del Servicio, junto a sus amigos y colegas Belén de la Cámara y Robert Gimeno. De Xavier aprendimos y copiamos los principios de la mediación comunitaria en tanto que servicio municipal que ya llevaba muchos años aplicando en el Prat de Llob. Conceptos como "servicio amable", "municipalismo", "democratización de las relaciones entre consistorio y ciudadanía", así como las potencialidades de la mediación reparadora, son influencias directas de Xavier Jiménez en el Servicio de Mediación de L'Hospitalet. En las Jornadas nos recordó la importancia de aplicar la mediación reparadora, especialmente con los jóvenes, y en como eso genera ciudadanía y promueve la convivencia. Para Xavier es importante que la primera relación de los jóvenes con la administración local sea positiva, sobretodo si ésta viene motivada por haber cometido una infracción de las ordenanzas municipales. "...la convivencia y la seguridad de la ciudadanía, como binomio inseparable en un modelo democrático y de respuestas dialogadas des de la Administración local..." ya que "la defensa de la convivencia es tarea colectiva y responsabilidad individual"

Creo que no me equivoco si sitúo la moderación de este debate como uno de los mejores momentos profesionales de mi trayectoria. Todo un placer !




Maria Munné, Carlos Giménez, un servidor, Ramón Alzate y Xavier Jiménez
















Y ya después de comer se cumplió otro deseo añorado desde que conocí la existencia de "La mirada del otro", una obra de teatro valiente e impactante, en la que se han reflejado los encuentros que se realizaron hace unos años entre terroristas arrepentidos de ETA y algunas de sus víctimas, en lo que se denominó la "Vía Nanclares". Estos encuentros, recogidos en el fantástico libro "Los ojos del otro", demuestran como es de poderoso el diálogo y cómo la mediación puede dar respuesta a conflictos para los cuáles muchos de nosotros no tenemos respuestas. Porque... ¿quiénes somos los demás para decidir en que tipos de conflictos se puede o no usar el diálogo, más allá del deseo y capacidad de sus protagonista?


"La mirada del otro" forma parte de una trilogía que la compañía "Proyecto 43-2" pone en escena para contribuir a la pacificación del conflicto vasco. Mi profundo agradecimiento a María San Miguel, la autora de la pieza, actriz y líder de la compañía, por su valentía, su profesionalidad y su complicidad con la mediación. Para los que viváis en Madrid o paséis de visita, se puede ver habitualmente en El Teatro del Barrio, pero también giran por toda España. En el mes de Noviembre tienen previsto volver a Catalunya, concretamente a Viladecans i Terrassa. No os la podeis perder !! La historia es impactante y emotiva, pero además refleja la mediación de forma impecable. Muchas veces los mediadores explicamos qué es la mediación, pero es difícil transmitir lo que se vive en un proceso ya que el componente emocional es difícil de transmitir. Este componente se destila de forma incomparable en "La mirada del otro". A las 240 personas que pudieron disfrutarla el dia 16 de marzo en el Auditori Barradas ya no hay qué explicarles qué es esto de la mediación. Al final de la función tuvimos un debate con los actores, acompañados de Laia González y Vanessa Balada, mediadoras del Servicio de Mediación de L'Hospitalet. Como dice María San Miguel "los encuentros entre víctimas y victimarios que tuvieron lugar en la cárcel de Nanclares de la Oca en 2001 son el ejemplo de que otra sociedad mejor es posible"











Y esto es todo por mi primer post ! Gracias a todos los que compartisteis nuestro 10º aniversario y a los que no pudisteis venir espero que este resumen os sirva para transmitir parte de lo vivido.

Prometo volver periódicamente al Blog para compartir más vivencias y reflexiones en torno a la mediación.

Oscar Negredo
27 de marzo de 2016